Tras su aplaudido paso como teloneros de Mötley Crüe en 2011, Buckcherry regresó a Santiago con show propio en el Teatro La Cúpula. Aunque el público no superó las 500 personas, la banda californiana entregó una presentación potente, energética y llena de actitud, como si estuvieran tocando en un estadio.

Con puntualidad impecable y un set que combinó clásicos y nuevos temas, el grupo demostró su capacidad para encender al público con hits como “Lit Up”, “All Night Long” y “Gluttony”. Su propuesta, fuertemente influenciada por el hard rock de los 70 y 80, conectó con una audiencia entregada desde el primer riff.

Destacaron el desplante de Josh Todd como frontman —provocador y carismático— y la sólida ejecución instrumental del resto de la banda. Guitarras llenas de veneno, una base rítmica impecable y un repertorio que, si bien bebe del pasado, es ejecutado con dominio y frescura.

Buckcherry no vino a innovar, vino a reafirmar una forma de hacer rock: directa, honesta y sin concesiones. Y en esa tarea, no fallaron.